Noches de preocupación sin dormir
No pegué ojo durante la noche. Los constantes pitidos del hospital eran una tortura para mis nervios. En un momento dado, Joyce se despertó brevemente. Su voz salió débil, ronca, llena de dolor: “¿Por qué no me ayudaron?” La pregunta, sencilla pero devastadora, reflejaba toda su angustia e incredulidad, y me estrujó el corazón. Pronto se sumió de nuevo en un sueño exhausto, mientras aquellas palabras resonaban en mi mente, atormentándome. ¿Cómo podía explicar la frialdad e indiferencia de alguien que se suponía que debía ofrecer cuidados y compasión?
Noche insomne de preocupación
Presentar una denuncia formal
No podía permitir que siguiera impune, como si no hubiera pasado nada. Recorrí los pasillos con determinación y decidí presentar una queja formal contra las enfermeras Sandra y Anne. Cuando empecé a hablar, la defensora del paciente del hospital apenas levantó la vista de su cuaderno. Su actitud apática no hizo sino aumentar mi frustración, sumándose al peso de mis crecientes preocupaciones. Y una vez más, sentí que el doloroso recuerdo del despido me perseguía.
Presentar una queja formal